Saltar al contenido

La casa de los azulejos

21 de agosto de 2012

Imagen

 

Así se llama este palacete del siglo XVIII ubicado en el centro histórico de Ciudad de México, en México D.F.

Construido durante la época colonial española, es conocido por el nombre de Casa de los azulejos porque su fachada está cubierta totalmente de azulejos de talavera poblana, lo que hace que sea un fiel representante del barroco novohispano.

Los azulejos de talavera poblana pertenecen a un tipo de cerámica mayólica muy típica del estado mexicano de Puebla.

La cerámica mayólica se denomina así, posiblemente, en honor a Mallorca que fue durante la edad media, centro de importación de este tipo de cerámica hispano-morisca.

Volviendo al edificio, éste en principio eran dos casonas, uniéndolas D. Luis de Vivero que obtuvo una de ellas como dote de su esposa y la otra de su padre Don Rodrigo de Vivero y Aberrucia, que a la postre fue Gobernador y Capitán General de las Islas Filipinas.

El aspecto que hoy tiene el palacete se lo dio Doña Graciana Suárez de Peredo en 1737, Quinta Condesa del Valle de Orizaba, que al ver en el mal estado que se encontraba la fachada, le encargó al maestro Diego Durán que remozara la misma con azulejo poblano.

Tras la Indepencia de México, se quitaron de la fachada los escudos y blasones españoles que la poblaban y desde entonces no se ha vuelto a variar.

En 1881 fue sede del Jockey Club de México. Durante la Revolución Mexicana fue sede de La Casa del Obrero Mundial. Tras la revolución lo alquilan los hermanos Sanborn que establecieron una cafetería exitosa con un concepto innovador, tenía una fuente de soda y una farmacia.

En 1931 el edificio es declarado Monumento Nacional de México.

Según la wikipedia, existe otra versión:

«Según la versión de Luis González Obregón, que uno de los descendientes del Conde de orizaba, joven confiado en sus riquezas heredadas y dedicado en entrega al despilfarro y a la vida mundana, en lugar del trabajo y los negocios de la familia, fue en varias ocasiones severamente reprendido por su padre, el cual desesperado ante varias llamadas de atención solo le bastó con decirle al joven la siguiente frase:

«Hijo, así nunca llegarás lejos, ni harás casa de azulejos…»

Y parece que tal consejo acentó en la mente del joven heredero, quien cambió su modo de vida hacia uno más responsable, y para demostrar a su padre su madurez y esfuerzo, reparó y levantó la propiedad recubriendo la fachada completa en azulejos».

 

 

 

From → Azulejos

Deja un comentario

Deja un comentario